Después de un largo día de ahuyentar a los cazadores que acechaban el valle, el león decidió emprender el regreso a su cueva a descansar.
En este regreso noto que algo no estaba bien. Se sentía enfadado, molesto, malhumorado. Pensó que solo era el cansancio de una jornada larga de perseguir y ahuyentar a los cazadores.
A lo lejos pudo observar a los animales del valle gritando y vitoreando su regreso triunfal.
Urra! ¡Que viva el Rey! – gritaba la jirafa.
¡Nos salvó! – manifestaba la cebra.
¡Gracias Rey! – decía el elefante.
Para el asombro de todos los animales del valle. El León respondió a todos esos halago de forma inapropiada a su forma de ser:
Vos Jirafa, andate con tu manada. No servís para nada – con voz enojada.
Y vos Cebra, corre, huye como cobarde con esas manchas negras que tienes. Quien te crees que sos.
Elefante querido, mi amigo. Sos una bola de grasa que ni tu madre te quiere. Vete de mi vista ahora mismo. – le dijo de forma burlona.
Todos se preguntaban qué pasaba, por qué se encontraba de mal humor si siempre es tan amable y cordial con los demás.
Mientras seguía caminando, yendo hacia su cueva, se topa en el camino con un ratoncito el cual se encontraba distraído jugando con una flor.
Y tú, quítate de mi camino que me estorbas – le dijo el León furioso mientras le mostraba sus dientes.
El ratoncito se quedó paralizado del miedo viendo al Rey de la Selva frente a él enojado.
Si no quieres que te coma, córrete del camino – responde nuevamente el León alzando su pata derecha para atinarle un golpe y sacarlo de su paso.
El miedo se adueñó del ratoncito y sus piernas no le respondían. Se quedó inmóvil como cualquier ratoncito que mira al peligro cara a cara.
Los animales atónitos a lo que le estaba por pasar al ratoncito, ven que imprevistamente en un instante de valentía salta hacia la pata del León.
Cae al suelo, lo mira y el León enfadado, furioso, colérico le dice: “Ayyy!!!! Eso me dolió. Cómo te atreves a tocarme, a hacerme frente, a hacerme daño. No sabes que soy el Rey de la Selva”.
El León abre la boca y emite un rugido que retumbó en todo el valle y se abalanza para devorarlo.
El miedo se adueñó de todos los allí presente. Mientras esperaban lo peor para el ratoncito.
Pero a unos centímetros del ratoncito el León se detiene y observa la espina que tenía entre sus manos. En ese instante se da cuenta que el dolor que tanto lo estaba afligiendo desapareció.
¿Podrá haber sido esa espina, que tiene el ratoncito en sus manos, la causante de este dolor? – Se preguntó el León mientras.
Todos los animales sorprendidos ven como el León abraza al ratoncito y le agradece, no podían creer lo que estaban viendo.
Al acercarse se escuchan solo palabras de agradecimiento del León, dado que nadie había notado, ni él mismo, sólo el ratoncito, que el mal humor, el enojo, la rabia que tenía era producido por una espina clavada en su pata.
Desde ese momento, el ratoncito y el león fueron mejores amigos por siempre.
¿Por qué todo Líder Extraordinario debe saber este cuento?
Ser un buen líder es saber encontrar la espina que tiene clavada cada uno de los integrantes del equipo.
La espina no es más que ese sentimiento/emoción que duele en el interior de las personas, que por alguna circunstancia, creencia o momento que vivió no puede resolver, y aflora en circunstancias imprevistas.
Cuando uno de ellos reacciona inadecuadamente o de manera imprevista que altera su propio estado, o tiene un comportamiento u/o reacción diferente a lo habitual, debes actuar rápidamente para identificar cuál es la verdadera causa de esa reacción, identificar la espina que tiene clavada.
Se debe ser muy objetivos para ver la profundidad de la reacción y no lo superficial.
Si se hace foco en el problema base, en lo superficial, solo estarás tapando agujero. Que no está mal para resolver el problemas rápidamente, pero tarde o temprano volverá una y otra vez, como un bucle, en distintas situaciones del día a día. O hasta que con el tiempo, la propia persona pueda reducir o eliminar con sus propios medios y herramientas su dolencia: “la espina”.
Pero si nos enfocamos en la profundidad, “sacar la espina”, estaremos resolviendo el problema de forma efectiva y afectiva asegurando que se resuelva el conflicto que aqueja a la persona.
Para ser un Líder Extraordinario debes reconocer la “espina clavada” que tiene la persona. No te olvides que somos seres emocionales y que, conforme a las circunstancias, algunas situaciones afectan más que otras.
Técnica que debes adoptar:
- Escucha activa
- Comprensión
- Empatizar
- Feedback
- Preguntas asertivas
- Gestión emocional
- Eliminar juicios
- Silenciar mente
Empieza con la escucha activa, para comprender y empatizar con lo que te trae la persona, buscando y descubriendo con retroalimentación – con preguntas asertivas – cuales son sus emociones. Para lograrlo, deberás acallar tu mente y en especial tus juicios, siendo lo más objetivo posible. Si haces esto, tendrás una hermosa posibilidad de ayudar a resolver el verdadero problema que aqueja a la persona y no tapar agujeros.
Tu labor principal como Líder Extraordinario es la armonía en tu equipo de trabajo, potenciar al máximo las habilidades de cada uno de los integrantes y cumplir con los objetivos propuestos.
No lo olvides, somos seres emocionales y gestionarlas adecuadamente te permitirá ser más eficaz y efectivo a la hora de gestionar tu equipo de trabajo.