Me enoje con Dios y casi nos agarramos a trompadas.

Todo comenzó con el último suspiro que dio Reina, mi hermosa perra manto negro, a quien amaba y adoraba. Ella lo era todo… lo fue todo para mí y para aquellos que transitamos en su vida, dejando una huella inmensa en cada corazón.

El sentimiento de pérdida me atravesó.

Fue en ese momento cuando vi escurrir su vida entre mis manos, que por esos caprichos que tiene la vida fue de forma inesperada y repentina, arrebatándome a una maravilla. Si tenemos en el mundo las 7 maravillas como no iba a ser ella la número 1.

Reina

Todas las emociones negativas se adueñaron de mí: sentí dolor, angustias y miedos; enojo y bronca; repudio y asco; frustración y decepción; culpa y apego; envidia y celos; necesidad y tristeza; melancolía y abandono; ausencia y agobio; asco y venganza; terror y frustración. Solo me preguntaba: ¿Por qué Dios? ¿Por qué a mí? ¿Por qué a ella? ¿Qué hicimos mal? Pero no encontré respuesta. Hace 5 minutos que se me fue lo más preciado que tenía y Dios no respondió.

La ausencia de ambos se hacía cada vez más presente, y la grieta más grande. Ya no tenía más a Reina, y Dios brillaba por su ausencia.

Lo fui a buscar en un impulso de bronca. Lo encontré rápidamente. Lo miré y descargué toda mi furia acumulada, todo ese poder que emerge en los seres humanos ante la pérdida como Goku cuando se convierte en Super Saiyajin. Hice un “Kame Hame Ha” arrojando toda mi furia hacia Dios, ese que estaba brillando por su ausencia minutos antes. Le dije las cosas a la cara. Y él, bueno…. solo observaba y escuchaba. El dolor que sentía se acrecentaba más y más. Era tan inmenso que lo denigraba, lo invitaba a pelear (en mi vida tuve una pelea), lo increpaba por todos los medios posibles para hacerlo enojar y que me hiera para que tire la primer piedra, para que me lastime y yo a él. Pero claro, él con toda su grandeza me seguía mirando sin sentir, ni hacer, ni decir absolutamente nada. Y mientras más callado se encontraba más enojado me sentía, más malas palabras le decía, más lo blasfemaba. Me encontraba como un volcán cuando estalla y se arrasa con todo.

De repente, me encontraba abatido y desgarrado ante la falta de respuestas. En un descuido, tomando aire para seguir maldiciendo al omnipresente, ese que no había hecho nada para salvar a mi Reina y que no estaba haciendo nada, imprevistamente recibo un certero golpe que traspasó mi cuerpo, mi alma y mi consciencia. Dios me golpeó, dije. Cierro los ojos. Un ardor y dolor se apoderó de todo mí ser.  Pero es una sensación extraña, se siente como una liberación y es muy agradable. Para mi asombro, al abrir los ojos veo a Dios abrazándome. No fue un golpe, fue la grandeza de su abrazo, su contención, su vibración, su amor, su perdón, la que ayudó a liberar todas esas emociones y comprender la experiencia que acabo de vivir, y todo esto sin decir una sola palabra. No encontré a un Dios vengativo y temeroso como dicen en las sagradas escrituras, puso la otra mejilla y desde su ser majestuosidad y magnificencia me contuvo e  iluminó.

La iluminación fue el despertar de mi conciencia y ver la completud de la existencia humana. Entendí el significado de “somos almas viviendo una experiencia humana”. Con solo un abrazo mi cuerpo y alma, a través de la conciencia, pudo entender lo que estaba pasando: somos “almas”, nuestra parte infinita/eterna, viviendo una experiencia “humana”, nuestra parte finita.

Las emociones que florecieron en mi fue por ver la pérdida física de Reina pero su alma es infinita lo que me permite estar siempre con ella. Parece algo loco, ¿verdad?

Desarrollemos el concepto un poco más detallado.

El cuerpo, la parte física/material, sabemos que en algún momento dejará de funcionar porque es finito. Tiene fecha de vencimiento, el único problema es que no sabemos cuándo es esa fecha. Por el otro lado se encuentra el alma, la parte espiritual/inmaterial, que es infinita. Y al ser infinita existe por toda la eternidad.

Entonces comprendí y aprendí que, si bien su parte física me dejó, su parte espiritual está conmigo. Puedo recurrir a ella a cada instante que lo necesite, ya sea en una meditación o en un estado de presencia en el aquí y en el ahora. O con un simple recuerdo que viene desde mi corazón. Entendí que ella siempre me acompaña y acompañará a mi alma por toda la eternidad. Ahora sé que cuando más lo necesite debo hablarle, y ella me brinda una respuesta pero para ello solo debo estar receptivo a recibir la respuestas porque se puede manifestar de diferentes maneras: con un pensamiento, escuchando la letra de una canción o mirando la TV; sintiendo mi cuerpo o el comentario de una persona; leyendo un post o viendo un video. Cuando pido, estoy atento a cualquier manifestación para recibir el mensaje.

Hoy estoy en paz y armonía con Dios. Nos volvimos a amigar.

Me dijo que ella me estará esperando y será la que me reciba cuando deje este plano, como lo hacía todos los días en su vida terrenal esperando en la puerta de entrada de mi casa. Le pedí que le diga que la amo y le dé las gracias por todo el amor que me brindó, pero que por el momento tengo cosas que hacer en esta vida, estoy haciendo y por hacer cosas grandiosas que ayudarán a miles de personas y cuando termine me marcho para allá.

¡Gracias Reina por el amor eterno!

¡Te lloro, me rio, me enamoro, te extraño, te recuerdo bien!

PD: Manu, Fede, Lauti, Martu y Joaco preguntan siempre por vos, te recuerdan, saben que los cuidas. ¡Te aman por siempre!

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